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Dibujar y observar son prácticas vinculadas estrechamente con la experiencia de conocer. Permiten, desde ya, que nos enfrentemos a los fenómenos con un mínimo grado de mediación. Por sí mismo, el dibujo practicado continua y sistemáticamente, con fines comprensivos de la realidad visible, puede constituirse en un factor determinante para superar el malentendido de la observación como actividad meramente contemplativa. Por otro lado, la observación asociada al dibujo realza y potencia sus atributos cognoscitivos como instrumento crítico, selectivo e incluso generativo.
El abordaje de este tema lo proponemos, pues, ofreciendo en primer lugar un conjunto de dibujos del arquitecto chileno Alberto Cruz Covarrubias quien, quizás como ninguno, hizo del dibujo una práctica persistente y de la observación un método de trabajo muy personal en el ámbito del dise-ño, la arquitectura, la ciudad, el paisaje, el territorio y todo aquello que Cruz vio, observó y volcó a través de dibujos en sus innumerables libretas y cuadernos.