Hacia el año 2000, un grupo de antropólogos acuñó la expresión “giro infraestructural” para dar cuenta de un llamativo aumento de interés por el estudio de la infraestructura. Apoyándose en la inestabilidad del término, sociólogas como Susan Leigh Star impulsaron una revisión historiográfica de las redes tecnológicas urbanas, centrándose en ámbitos poco considerados, como su simbolismo urbano o las formas cotidianas de vivir con infraestructura. Dado que el término infraestructura denota tanto objetos como sistemas —que conectan cuerpos entre sí y con los espacios que habitamos—, no se asienta fácilmente en una categoría disciplinar.
Dada la inestabilidad histórica de su significado y su reciente prominencia en las ciencias sociales, nos parece relevante preguntarnos por el papel actual de la infraestructura en las disciplinas de la arquitectura, la arquitectura del paisaje y el diseño urbano. Los artículos y proyectos de este número arrojan luces sobre cómo las estructuras que sustentan el funcionamiento de la sociedad, a partir de la conexión, han sido históricamente maleables, y cómo pueden ser objeto de análisis y discusión desde la perspectiva de las prácticas y valores sociales contemporáneos.
A través de lecturas y proyectos, este número de ARQ explora la combinación de objetos, espacios, personas y prácticas que, siguiendo a Abdou Maliq Simone, nos permiten entender la infraestructura hoy como un sistema físico inseparable de uno social, “una plataforma que provee y reproduce la vida en la ciudad” (extracto editorial).