Ninguna época construyó tanto ni debió hacerse cargo de tanta población como la nuestra. Ninguna, además, tuvo tantos arquitectos. Hoy parece que todo es masivo: las catástrofes, el hambre, la riqueza, las migraciones, la producción, las modas o las ciudades.
Este número de ARQ no sólo analiza esa condición, sino también busca interrogarla desde la arquitectura. Anna Puigjaner nos presenta cocinas colectivas en distintas partes del mundo. Saskia Sassen analiza las desigualdades masivas que vemos hoy. Keller Easterling propone una aplicación telefónica para generar cambios a gran escala.
Baraona y Reyes nos muestran los costos energéticos que implica la producción de bitcoins. Dogma discute sobre la vivienda colectiva asociada al lugar de trabajo. Mobil Arquitectos demuestra, en la nueva línea de metro en Santiago, que la arquitectura sí puede mejorar la expe- riencia del transporte masivo. El Equipo Mazzanti siste- matiza la arquitectura para intervenir a escala masiva. De Castro cuestiona la masividad de un concepto formulado por los organismos globales. Pedro Alonso nos muestra cómo en Moscú se destruyen las viviendas masivas soviéticas. OMA y Büro Ole Scheeren logran que un conjunto de poco más de 1.000 departamentos no se vea masivo. Muszbek y Froimovich reposicionan el argumento de la crisis de la vivienda. El taller de Bresciani y equipo explora el diseño de pedazos completos de ciudad. El proyecto de Marsino Arquitectos permite evaluar la vivienda masiva desarrollada por el mercado. Finalmente, las responsabilidades por la hiperdensifica- ción en Santiago se discuten en el debate (extracto editorial).