Con Utopians and visionaries 1871-1981 y otras exposiciones como Poetry must be made by all! o la controversial Hon, Pontus Hultén, historiador de arte y curador nacido en Suecia en 1924, dejaba claro que para él el museo era, literalmente, ‘espacio disponible’ para las expresiones marginadas del teatro, la ópera, las ciencias o las artes en general: todo lo que no tuviese cabida en el circuito cultural establecido podía encontrar un lugar en el museo. Esa actitud anunciaba su futuro como director fundador del Centro Georges Pompidou en París, inaugurado en 1977 y tan cercano a las utopías de fines de los sesenta.
La misma mirada anima la reflexión que ARQ 81 intenta estimular: si la cultura es el conjunto total de modos de vida, creencias y costumbres de un grupo o época, el espacio para la cultura debiera ser necesariamente un ámbito colectivo y de participación; una instancia de intercambio, juego y encuentro y, ante todo, un campo no resuelto, donde aún hay espacio disponible. La inmunidad a la norma legal y social de las animitas en Chile, la celebración de fiestas multitudinarias en las calles catalanas, el replanteo de la estructura de una biblioteca pública en Seattle y los proyectos de arte en las barriadas de Quito que este número presenta hablan, justamente, de ese espacio en blanco que levanta sus barreras y posibilita la construcción espontánea y colectiva de nuevas realidades (extracto editorial).