Poco antes de su repentina muerte en septiembre de 2020, el antropólogo estadounidense David Graeber escribió un pequeño texto. En él recordaba que, tras la gran recesión de 2008, se silenciaron rápidamente todos los cuestionamientos hechos a la financiarización de la economía realizados durante el período más álgido de la crisis; así, apenas la economía se recuperó, todo volvió a operar como antes. Luego se preguntaba si, tras la pandemia, debiésemos volver o no a la normalidad. Su respuesta era un rotundo ‘no’. Para Graeber, la pandemia no ha sido una pesadilla sino más bien el despertar de un sueño, pues sólo en los sueños tienen sentido las situaciones inverosímiles (por ejemplo, extraer renta sin agregar valor, como ocurre en el mercado de suelos).
Quizás todos nos hacemos la misma pregunta que Graeber: ¿Qué va a pasar cuando salgamos de esta? Mal que mal, la pandemia es lo más cercano que nuestra época ha tenido a las carencias y restricciones de una guerra. Por mucho que los cohetes ya estén llegando a Marte, aún no tenemos donde escapar. Ante eso, las respuestas de este 20/21 son binarias: volver a la normalidad previa (al pasado) o bien aventurarnos hacia un futuro incierto (pero futuro, al fin y al cabo).
Desde ARQ ya llevamos un tiempo tratando de seguirle el paso a estas transformaciones, no por una ansiedad presentista, sino porque creemos que estamos siendo testigos de un momento de cambio de proporciones más históricas que noticiosas. Resignificaciones conceptuales y simbólicas, postergación de eventos globales, aires irrespirables, nuevos modelos de vivienda, digitalización del trabajo, virtualización de la enseñanza, vida al aire libre, confinamiento, protecciones faciales, automatización logística, visibilización del trabajo precario, preocupación por el cuidado de agentes no humanos (desde estatuas a plantas hogareñas); todos esos temas – que este número de ARQ incluye – prácticamente no se discutían antes de 2020 y hoy forman parte de nuestra conversación diaria.
Hoy somos un mundo más diverso y con más voces a las que escuchar. ¿Cómo y qué será la arquitectura en esta nueva normalidad? ¿Cómo aparecerán esas nuevas voces en nuestro campo de conocimientos? Nadie tiene la respuesta. Pero esas nuevas voces y miradas sí tendrán un espacio en ARQ pues, siguiendo a Graeber, el peor error tras una crisis sería volver a la misma normalidad que la produjo (extracto editorial).